Únete a
La Hermandad
La newsletter que te ayudará a convertirte en el protagonista de tu propia historia.
5 minutos que pueden cambiar tu día
Introduce tu correo debajo y recibe dos entregas de La Hermandad a la semana.
Los martes te mandaré una reflexión, una pregunta para ti y una recomendación.
Los jueves, una pregunta respondida y una imagen para darle a la cabeza.
Hablaremos de todo lo necesario para alcanzar una buena vida y construir tu mejor versión. Psicología, desarrollo personal, gestión emocional, relaciones personales, fitness, paternidad, filosofía, motivación…Y además, lo tendrás en texto y también en audio.
Gratis.
Sin spam. Jamás de los jamases.
Sin relleno ni tonterías.
Te das de baja cuando quieras.
Cada martes y cada jueves.
¿Trato hecho? Puedes unirte a continuación:
Últimas preguntas y respuestas
PREGUNTA:
Hola, Víctor. Mira, llevo un tiempo consumiendo contenido de desarrollo personal y me estoy dando cuenta que gran parte del contenido (especialmente el que está dirigido a los más jóvenes) promueve una idea de éxito que no me acaba de convencer. Los 10k al mes, el emprendimiento y si no parece que eres un borrego… Supongo que sabes por dónde voy. ¿Qué opinas de eso? Gracias por todo lo que haces y por todo el contenido que aportas.
RESPUESTA:
Sé exactamente por donde vas.
Y estoy completamente de acuerdo, además.
Tan importante es lograr el éxito como aprender a definir qué es el éxito para ti mismo, y no lo que te han hecho creer que es.
Dentro del mundillo del desarrollo personal se utiliza mucho la palabra «éxito», pero pocas personas se toman el tiempo necesario para definir con precisión y sinceridad qué es. Alcanzar el éxito en esta vida no es tan importante como determinar de forma correcta qué significa ese concepto para uno mismo.
El problema es que mucha gente no sabe lo que quiere. Especialmente los más jóvenes. No saben lo que es importante. No tienen un sistema de valores y principios que les guíen a lo largo de su vida. Tampoco han establecido unas prioridades adecuadas en relación con esos valores y principios.
La consecuencia lógica es que la mayoría de las personas están perdidas, y no es extraño que acaben queriendo lo que otras personas quieren. O lo que otras personas les han dicho que deben querer.
Eso los lleva a gastar tiempo, energía y dinero en perseguir algo que en realidad ni siquiera querían en primer lugar.
El éxito, para la mayoría, es tener mucho dinero, estatus, miles de seguidores, fama y posesiones vistosas, como un cochazo con el que vacilar por redes sociales, una casa inmensa de la que hacer un tour para que los demás la admiren, chicas en tanga que usar como atrezo…
Si te soy sincero, hubo un tiempo en el que me dejé seducir por esa idea superficial del éxito. Y menos mal que una persona muy querida me dio un toque de atención más que necesario antes de que me volcara por completo en alcanzar un objetivo material que solo lo usaba de excusa para tapar un vacío existencial.
A día de hoy, me considero una persona extraordinariamente exitosa, porque he logrado construir la vida que quería vivir y estar a gusto con la persona que soy.
Para mí el éxito:
Es estar bien conmigo mismo y haber aprendido a quererme. Y poder querer a los que me rodean.
Es levantarme cada mañana con un propósito definido y con ganas de trabajar para lograrlo.
Es tener clara la razón por la que estoy aquí.
Es no lamentarme porque es lunes. Ni alegrarme porque es viernes.
Es saber que estoy dejando mi pequeño mundo, dentro de mis capacidades, un poquito mejor de lo que lo he encontrado.
Es sentirme realizado, tanto personal como profesionalmente.
Es tener la humildad de reconocer mis errores y aprender de ellos.
Es no tener miedo a intentar cosas, a tomar riesgos, a fallar y a equivocarme.
Es estar rodeado de pocas personas, pero importantes y significativas.
Es haber formado una familia.
Es poder ser un padre presente e involucrado con mis pequeñas.
Es poder decidir que mis tardes son para mi familia…y poder respetarlo, sin tener un horario que me lo prohiba.
Es seguir con mi mujer tras 18 años tras la cantidad de obstáculos y problemas que la vida nos ha puesto delante.
Es vivir al lado de la montaña y estar cerca de la naturaleza.
Es haber creado un negocio que puede proveer a toda mi familia.
Es haber aprendido a estar a gusto con mi cuerpo. Y entender que a nadie le importa mi cuerpo tanto como a mí mismo.
Es entender, hasta la última fibra de mi cuerpo, que tengo mucha responsabilidad de lo que me pasa a diario. Para lo bueno y para lo malo. Y actuar en consecuencia.
Es haber aprendido a decir que NO cuando no quiero hacer algo, que lo mío me ha costado…
Es que no me importe lo que la gente que no me conoce pueda pensar de mí. Tanto para lo bueno como para lo malo.
Es pensar siempre por defecto en qué puedo aportar, y no qué tengo que recibir.
Es irme a dormir tranquilo y saber que la mejor almohada es una conciencia tranquila.
Para mí el éxito se parece a esto.
Los millones de seguidores, los Ferraris, las casas de película, las 300 empresas, el «CEO» y «Emprendedor» en el perfil de Instagram… se lo regalo a quien lo quiera. De verdad.
Por lo tanto, antes de perseguir algo tómate el tiempo necesario para determinar la razón por la que quieres lograr ese algo. Se me ocurren pocas cosas más jodidas que dedicar tu vida a alcanzar algo que en realidad no querías en primer lugar.
¡Espero que te haya servido!
PREGUNTA:
Hola, Víctor. Estoy en el Arco de Invierno y también recibo la newsletter de La Hermandad. Ah, y me estoy leyendo «Atrévete a ser más». Todo un combo jajaja.
Más que una pregunta te quería comentar una reflexión que tuve ayer leyendo el libro. En él hablas de la Autosuficiencia como uno de tus valores. Yo me considero en gran medida autosuficiente y la independencia es una de las cosas que más valoro.
He criado a mi hija en solitario y esa es de las cosas que más han contribuido a mi autosuficiencia: lo mismo hago la declaración de la renta que desatasco un fregadero, curo una herida, conduzco a toda velocidad, acompaño al médico a mi madre, ayudo con los deberes a mi hija o preparo la cena de nochebuena.
Pero esta autosuficiencia tiene también su lado oscuro, que es la arrogancia y la prepotencia. Para mi es muy difícil pedir ayuda. La presto sin problemas y desinteresadamente; pero soy incapaz de ver que otras personas pueden hacer lo mismo por mi. Y en el fondo considero un poco vagas o inútiles a las personas que me preguntan cómo se hace algo que yo misma he tenido que aprender a hacer.
Cuando mi padre me pregunta que cómo se pone una lavadora le contesto: «¿tú crees que a mi alguien me enseño? Pues no, y he aprendido. No hace falta que nadie te enseñe» (y el pobre tiene 92 años, pero JAMÁS ha puesto una lavadora. Ya le vale). En resumen, que los peligros de la autosuficiencia son la soberbia, la arrogancia y le prepotencia… y seguro que algunos más. Intento controlarlo.
RESPUESTA:
En primer lugar, me alegra muchísimo que estés en el Arco de Invierno, que formes parte de La Hermandad y que te estés leyendo Atrévete a ser más. Es todo un honor, de verdad.
Mira, la autosuficiencia, como cualquier valor que se lleve al extremo, es potencialmente negativo y puede llegar a ser perjudicial. Pasa lo mismo con la disciplina, con la fortaleza, con la vulnerabilidad, con el coraje, con la salud…
Todo llevado al extremo acaba pasándonos factura. Y esto es especialmente relevante cuando empiezas a investigar las razones por las que has tenido que desarrollar ese valor en concreto.
Por ejemplo, si la fortaleza la has tenido que desarrollar debido a que has sido víctima de abusos y violencia, es más que probable que tu visión de fortaleza sea muy limitada y tóxica, y que tu manera de aplicarla no sea virtuosa. Al contrario.
Es decir, muchas personas extremadamente violentas y que sienten un gran desprecio por aquellos que consideran «débiles» han sido víctimas de una gran violencia, y su manera de combatir eso ha sido volverse fuertes, pero una fortaleza mal entendida que trata de cubrir los vacíos, los traumas, los miedos y la inseguridad que han tenido que cargar a lo largo de su vida.
Es el camino del villano, del que he hablado en otra newsletter.
El héroe y el villano tienen el mismo origen.
Ambos sufren una tragedia.
La principal diferencia es cómo se enfrentan al dolor que han padecido.
El villano piensa que «el mundo debe sufrir porque me ha hecho sufrir a mí».
El héroe piensa «el mundo me ha hecho daño, y no dejaré que esto le pase a nadie más».
En este caso, está ocurriendo algo parecido con tu autosuficiencia.
Mi impresión es que has tenido que convertirte en alguien así por causas de fuerza mayor, y eso se ha integrado en tu identidad de tal manera que si sientes el atisbo de que no eres capaz de algo…sientes que toda tú vas a colapsar, porque la idea que tienes de ti misma está en jaque.
No pides ayuda porque hacerlo sería reconocer que no puedes con todo.
Y si no puedes con todo, significa que no eres tan fuerte o capaz como te fuerzas a ser.
Obviamente estoy haciendo suposiciones, pero intuyo que esta autosuficiencia parte de una profunda sensación de inseguridad y de miedo por tu parte. Miedo a sentirte vulnerable y a que no eres capaz de controlar todos los aspectos de tu vida y a ser dependiente de factores externos.
Ese miedo, por cierto, podría justificar que te enfade tanto que otros pidan ayuda y no quieran molestarse a aprender como tú has hecho. Lo que más nos molesta en los demás suele ser lo que más nos molesta o nos da miedo de nosotros mismos. Es proyección pura y dura.
Lo que te diría es que pedir ayuda no es un signo de debilidad.
O al menos no tiene por qué serlo.
De hecho, puede ser un signo de humildad, de querer aprender, de aceptar que no puedes con todo y que no pasa nada.
Hay que ser muy fuerte para pedir ayuda.
Hay que ser muy fuerte para ser humilde y reconocer que no puedes con todo.
Hay que ser muy fuerte para mostrar empatía con los demás cuando no se comportan como tú quieres (por ejemplo, tu padre que seguramente no ha puesto una lavadora en su vida porque es de otra generación en la que las cosas funcionaban distinto. El mío tampoco ha puesto una lavadora en su vida, eh)
De hecho, esto puede ser una ocasión muy buena para conectar con tu padre.
Te está pidiendo ayuda, y tú puedes ofrecérsela.
Es decir, estar siempre pidiendo ayuda porque quieres que te lo solucionen todo y tú no hacer el huevo es completamente distinto a pedir ayuda sobre algo que desconoces (y que tienes la humildad para reconocerlo), hacer todo lo posible por aprender y que la próxima vez seas capaz de hacerlo tú.
Y está muy bien también aceptar que somos capaces de mucho más de lo que nos creemos, pero a la vez reconocer que no somos capaces de todo. No vivimos envasados al vacío. El mundo es demasiado grande para intentar abarcarlo con nuestras manos.
Tu identidad no puede estar ligada a esa idea, porque tarde o temprano no estarás a la altura y en ese momento todos tus cimientos se irán a paseo.
¡Espero que te haya servido!
PREGUNTA:
Víctor, al hacer revisión de este año me he dado cuenta que el mayor obstáculo que he tenido que gestionar ha sido mi propio miedo. Estoy acojonado y sé que me está pasando factura, pero no sé qué hacer para sobreponerme a él. Supongo que mi pregunta es cómo puedo entrenar el coraje. Gracias por todo y espero que hayas tenido un fantástico inicio de año.
RESPUESTA:
Me gusta mucho cómo está planteada esta pregunta, porque el coraje es algo que, efectivamente, puede entrenarse. Todo el mundo puede desarrollarlo y mejorarlo, pero como cualquier otra cosa en la vida, requiere de esfuerzo, compromiso, práctica y constancia.
El primero paso antes de ver cómo entrenarlo es entender qué es el coraje.
Mucha gente piensa que el coraje es la ausencia de miedo, pero en realidad no es cierto. Es la capacidad de actuar a pesar del miedo. Debes entender que todo el mundo tiene miedo. Mucho más del que suelen o quieren admitir. Por lo tanto, no debes esperar a que el miedo se vaya, si no aprender a dar el primer paso en medio de la tormenta.
El segundo paso para mejorar el coraje es tomar la decisión y el compromiso inamovible contigo mismo que, a partir de este momento, serás valiente frente a la vida. La gente me pregunta cómo ser valiente, como ser disciplinado, constante o fuerte.
Y todo empieza por una decisión.
Pero una decisión clara y sin ningún atisbo de duda.
«A partir de ahora siempre elegiré el camino de la valentía y del coraje».
«A partir de este momento renunciaré a la cobardía».
Si quieres mejorar el coraje, repítete estas frases a diario.
Varias veces si es necesario.
Por cierto, si tomas esta decisión y la respetas, además del coraje estarás mejorando de rebote la confianza en ti mismo, porque verás que eres una persona que ha decidido hacer algo y lo ha hecho. Muy pocas personas lo hacen, y eso será una pieza clave para que pienses en ti mismo como alguien de quién te puedes fiar.
El tercer punto es el entrenamiento en sí.
Y te lo voy a enfocar de la siguiente manera: Imagina que alguien quiere ganar músculo y fuerza.
¿Qué debe hacer? Pues entrenar, obviamente. Pero entrenar de forma progresiva y empezar pequeño, de forma que suponga un reto pero que no te destroce en el proceso. Antes de hacer una sentadilla con 150kg deberá empezar con la barra. Y luego añadir algo de peso. Y luego un poco más. Y así sucesivamente.
Con el coraje pasa lo mismo.
Hay situaciones que estarán fuera de tus capacidades y de tu «nivel de valentía» actual, pero hay otras en las que mostrar coraje será algo viable. Representará un reto, pero es algo que puedes hacer. Saldrás un poco de tu zona de confort, pero lo lograrás.
Ten la conversación incómoda que llevas postergando demasiado tiempo.
Di que no con convicción cuando no quieres hacer algo.
Pide perdón cuando sabes que debes hacerlo.
Pasa rato contigo mismo y escucha lo que tienes que decirte.
Esas son las situaciones en las que te debes centrar, porque una vez las superas, tu coraje aumentará. Te notarás más capaz, más valiente y más preparado para enfrentarte a retos mayores.
Haz eso durante un tiempo significativo y te volverás una persona valiente, que no se deja atenazar por el miedo. Y cuando tu nivel de valentía aumente, podrás encarar situaciones que antes te superaban por completo. Y eso, a su vez, hará que tu nivel aumente todavía más.
Te lo prometo.
PD: Un pequeño bonus de coraje: haz una cosa difícil al menos una vez al día. Hacer algo por el camino difícil cuando tienes una alternativa más fácil disponible requiere valentía. No demasiada, pero lo suficiente como para que marque un diferencia a largo plazo.
Enfrentarse a la dificultad de forma voluntaria además, te prepara y te curte para cuando la vida se complique y no puedas hacer nada más que encararla y seguir adelante.
¡Espero que te haya servido!
PREGUNTA:
Víctor, la imagen que compartiste en la newsletter del jueves pasado me dejó pensando un buen rato. Sé que me ayudaría mucho vivir más en el presente, pero no sé como hacerlo. ¿Tienes algún consejo? Un abrazo.
RESPUESTA:
Alguno no, tengo cinco.
Muchísima gente lucha a diario para vivir una vida más arraigada en el presente, porque sienten que el día a día se les escapa. Los momentos pasan de largo y ellos mantienen la vista en un futuro incierto y en un pasado que les bloquea.
Se acaban sintiendo espectadores de su propia existencia, y esa es una sensación que no le recomiendo a nadie.
La gente más feliz que conozco es la gente que está vinculada de forma muy íntima en el presente. Por lo tanto…¿Cómo potenciamos eso?
Podemos hacer varias cosas, pero ahí tienes mis 5 mejores consejos.
1) CONSTRUYE UN BUEN PRESENTE: La mejor manera de vivir más en el presente es asegurarte que llenas dicho presente con cosas por las que vale la pena estar. Si tu vida es una consecución de miserias y desgracias (especialmente creadas por ti mismo) lo último que querrás hacer es pasar tiempo en tu realidad y tu ahora.
Detecta qué cosas te hunden y haz todo lo posible por erradicarlas de tu existencia.
Busca las cosas que te inyectan vida e intenta incluirlas todo lo posible en tu día a día.
Empieza pequeño, pero empieza ya.
2) DICOTOMÍA DE CONTROL: Uno de los principales factores que hacen que estemos rumiando todo el rato y vivamos desconectados del momento es obsesionarnos por todo aquello que no podemos controlar.
He hablado muchas veces de este principio, pero si lo hago es porque creo que es una de las claves indiscutibles para una buena vida. Céntrate en lo que puedes controlar y verás como tu vida se apacigua y puedes aterrizar en el ahora.
3) ACTÚA CORRECTAMENTE: Otro punto que nos impide vivir en el momento son los fantasmas del pasado. Es un enemigo muy poderoso, y la única manera que conozco de lidiar con esto es actuar con virtud y con integridad.
Porque al hacerlo estás tranquilo con tus acciones. Y a pesar de que hayan problemas derivados de las mismas, siempre sabrás que obraste lo mejor que pudiste. Y eso te aporta calma y serenidad.
4) TOMA LA DECISIÓN: Empezar a disfrutar de las pequeñas cosas es una decisión que todos podemos tomar en cualquier momento. Eso sí que está bajo nuestro control.
Ser disciplinado, agradecido, honesto, íntegro, presente, fuerte…todo empieza por una decisión.
¿Quieres disfrutar de las pequeñas cosas de la vida? Pues comprométete contigo mismo a hacerlo. Y luego actúa para honrar esa decisión. Párate con frecuencia y busca la belleza y la plenitud del momento en el que estás.
Es decir, practica el Mindfulness.
Si estás lavando los platos, por ejemplo, deja de pensar en mil cosas y céntrate en lavar los platos. Siente el agua caliente en tus manos, en el jabón, las burbujas, los recovecos de los utensilios, como los secas minuciosamente…
Haz del ahora una pequeña celebración por el mero hecho de ser lo que es.
5) CULTIVA LA GRATITUD: Presencia y gratitud son dos cosas que van de la mano. No tengo la menor duda al respecto. Llevar un diario de gratitud o reconocer de forma consciente aquellas cosas que agradeces es necesario para que las puedas detectar en tu día a día con mucha más facilidad.
Espero que te haya ayudado y pongas en práctica estos consejos ^^
PREGUNTA:
Víctor, tengo más que claro que el teléfono móvil me absorbe y paso muchas más horas de las que me gustaría enganchado a él. Sin embargo, hay cosas que me aportan mucho, como ciertas cuentas que sigo y que no me gustaría sacarlas de mi vida. ¿Se puede encontrar un equilibrio? Mil gracias por todo el tiempo que nos dedicas.
RESPUESTA:
El móvil es una gran herramienta, pero un pésimo dueño. Por lo tanto, hay que tomar las riendas del asunto y entender que, de no hacerlo, seremos sirvientes de una tecnología que está diseñada para absorbernos la atención y el tiempo.
Ahí van mis consejos para reducir el consumo del móvil de una forma realista:
1) Sé consciente: normalmente cuando decides usar el teléfono (y no tiene un propósito claro e importante) suele ser una consecuencia de evitar algo desagradable que te está pasando en ese momento. Aburrimiento, inseguridad, ansiedad, tristeza…
Sientes algo que no te gusta y, para escapar de esa sensación, decides evadirte con la fuente más próxima de placer y distracción de la que dispones. En este caso, el móvil. Solo el hecho de hacer esta conexión y ser plenamente consciente de ella hará que tu uso del teléfono se reduzca y se vuelva mucho más intencional.
2) No pongas el piloto automático: cuando vayas a usar el teléfono o el ordenador, ten un objetivo claro. Qué vas a hacer. Qué aplicaciones vas a usar. Qué páginas vas a visitar.
No apagues el cerebro y utilices estas plataformas de la manera en la que se han diseñado para ser usadas. No lo permitas.
3) Horarios: No pasa nada por mirar chorradas por Internet, pero debes tener claro el tiempo que le dedicas a ello. Pon un horario claro y respétalo. «Voy a mirar 30 minutos el móvil y, cuando acabe, me pondré a hacer otra cosa».
Y un consejo clave es tener claro lo que vas a hacer a continuación, porque si pretendes dejar de hacer algo que está diseñado para engancharte y, en su lugar, ponerte a sopesar sobre tu vida, tus objetivos y sobre qué deberías estar haciendo ahora…vas a volver a distraerte con facilidad.
Porque seguramente empezarás a experimentar una de las sensaciones que te he mencionado en el primer punto y que harán que las ganas de evadirte aumenten.
Es decir: «Voy a mirar 30 minutos el móvil y, cuando acabe, me pondré a hacer X tarea de forma focalizada».
4) Pregúntate si estás disfrutando: Muchas veces empezamos a ver vídeos de Youtube, reels en Instagram o memes en 9gag y al principio es fantástico. Pero poco a poco empezamos a funcionar por inercia.
No disfrutamos lo que estamos haciendo (no cómo al principio, al menos) pero es más fácil permanecer estimulado que tomar conciencia y parar. Si reflexionamos y nos damos cuenta que no tenemos el control de la situación, debemos actuar. Sincérate y averigua si todavía estás disfrutando lo que has venido a hacer o ya has entrado en el bucle destructivo.
5) Consejos típicos: Hasta ahora he comentado algunas cosas que tal vez no se te habían pasado por la cabeza, pero ahora te voy a poner algunos consejos que se dan a menudo (pero que son verdaderamente útiles):
– Desinstala las aplicaciones que quieras reducir su consumo o que te generen muchas distracciones. Instálalas cuando las quieras usar.
– Si no quieres ser tan drástico, al menos no tengas las aplicaciones en la primera pantalla cuando desbloquees el teléfono. Crea cierta fricción entre la app y su uso.
– Bloquea todas las notificaciones.
– Mantén el teléfono apartado de ti cuando tengas que trabajar. Considera apagarlo.
– Instala aplicaciones que te bloqueen ciertos usos del móvil (Cold Turkey Blocker, por ejemplo)
– Pon el teléfono en gama de grises. Será mucho menos apetecible usarlo si no es tan visualmente atractivo.
– Plantéate tener dos teléfonos. Uno con las aplicaciones y otro solo para llamadas. Lleva siempre el segundo y limita el uso del primero.
– Haz limpieza de redes sociales. Sigue a gente que verdaderamente te aporte, no solo a gente que te distraiga.
– Si tu problema es YouTube específicamente, cuando veas un vídeo ponlo en pantalla completa y saca las manos del teclado. Evitarás mirar comentarios, vídeos recomendados y entrar en la espiral de consumo sin sentido.
PREGUNTA:
Víctor, gracias de verdad por todos tus correos y el tiempo que nos dedicas.
Mi pregunta es la siguiente: ¿Cómo puedo saber si he tomado una buena decisión?
A veces me paralizo por miedo a cagarla, y acabo no decidiendo nada. Muchísimas gracias otra vez.
RESPUESTA:
Primero de todo, gracias por tus palabras.
Respecto a la pregunta, es algo que le ocurre a muchas personas. Se obsesionan con tomar las decisiones correctas y, al verse abrumados por la presión que se autoimponen acaban no tomando ninguna decisión.
Lo cual no deja de ser, paradójicamente, una decisión.
Tal y como decía William James, es la peor decisión de todas.
Hay dos niveles distintos que debemos considerar para responder a esta pregunta.
1) El nivel de valores, principios e intenciones.
2) El nivel de resultados
Vamos con el primero.
Creo que puedes considerar haber tomado una buena decisión cuando lo has hecho respetando todo lo posible tus valores y tus principios. Cuando eres consecuente con lo que de verdad te importa. Cuando eres capaz de mantenerte firme y ser fiel a ti mismo a la hora de decidir.
Y, sobre todo, cuando la has tomado con las mejores intenciones en mente.
Cuando haces eso, es bastante seguro decir que has tomado una buena decisión. O, al menos, una decisión con la que puedas tener la conciencia tranquila. Pero eso no se basa en los resultados que obtienes, si no en lo íntegro que te mantienes para contigo mismo en el proceso.
Luego a nivel de resultados que aparecen de la decisión que has tomado…es algo mucho más complicado. Porque eso no lo puedes controlar. Y la vida da muchas vueltas.
Es decir, tomar una decisión fiel a tus valores y con la mejor intención en mente no significa que todo lo que coseches a raíz de esa decisión sea bueno.
Por ejemplo, si en el fondo sabes que ya no quieres a tu pareja pero decides seguir con ella porque no le quieres hacer daño…¿estás tomando una buena decisión porque le estás evitando el sufrimiento de la ruptura? ¿O tomar una buena decisión pasa por ser fiel a ti mismo a pesar de que sepas que causarás algo de daño a tu alrededor?
Yo creo que la segunda es la buena decisión.
Déjame que te ponga otro ejemplo un poco friki.
Mi videojuego favorito es The Witcher 3 (como muchos sabréis), y una de las razones por las que me gusta tanto es por la gama de grises que contiene y te presenta. No hay buenos y malos. Hay perspectivas, matices, contradicciones y «dependes». Como la vida misma. Nada es blanco o negro.
Hay centenares de decisiones que puedes tomar en el juego y cada una de ellas tiene unas consecuencias. A veces…no son buenas. Aunque hayas tomado «una buena decisión» en base al primer nivel que te propongo.
Por ejemplo, hay un momento en el juego en el que te encuentras a un espíritu atrapado en una cueva que te pide que lo liberes. Lo han encerrado unas brujas que tienen la «saludable» afición de raptar a niños y comérselos. Unas brujas que, además, estás buscando para derrotarlas tú mismo.
El espíritu en cuestión te explica que si lo liberas irá a buscar venganza contra esas brujas.
Pero en el fondo es un monstruo y parece bastante peligroso,
¿Qué haces?
¿Qué harías tú? Piénsalo un segundo antes de seguir leyendo.
Te cuento: Soltarlo porque empatizas con su situación conllevará, más adelante y sin que tú puedas evitarlo, la muerte de un personaje inocente y el suicido de su padre al no poder superar su pérdida.
Por el contrario, dejarlo encerrado o matarlo hará que ese personaje sobreviva, pero se volverá loca al presenciar la muerte de un grupo de niños huérfanos a manos de las brujas.
FUCK.
¿Qué decisión es la correcta?
¿Y cómo la tomas si desconoces lo que ocurrirá más adelante?
Es imposible. No puedes ver el futuro, por lo que mi recomendación es que para tomar la mejor decisión posible te centres en hacerlo siendo fiel a ti mismo y lo hagas con las mejores intenciones en mente. Es decir, que te centres en el primer nivel.
Al menos podrás mantener la conciencia tranquila (todo lo posible) a la hora de cosechar las consecuencias de dicha decisión. Y eso es mucho más que lo que obtendrás si no tomas ninguna decisión o lo haces solo obsesionándote con los resultados de la misma.
PREGUNTA:
Víctor, me encuentro muy estancada en el pasado. Hace un año viví una situación traumática, mi pareja me dejó y una de mis mejores amigas también me abandonó (así fue como lo sentí yo).
El caso es que este 2024 he progresado mucho, he conocido a otras personas, me he centrado en mi propósito y he empezado nuevos hobbies, pero no hay día que no eche de menos mi vida de antes, donde esas personas estaban y en concreto a mi ex, al que no consigo superar.
No entiendo cómo se puede echar de menos a personas que te han demostrado que no te valoran y que no te quieren en tu vida. Y no sé cómo pasar página. Muchísimas gracias por todo el trabajo que haces, aportas muchísimo y eres todo un referente para mí.
RESPUESTA:
Primero de todo, decirte que lo que comentas es completamente normal. Y esperable, de hecho. Pero vayamos por partes:
1) Casi con toda seguridad te puedo decir que, llegados a este punto, no echas de menos a la persona en sí, sino lo que representaba. La seguridad, el amor o la conexión emocional que sentías al estar con ella. Tu mente puede idealizar esos momentos, especialmente en comparación con el vacío o dolor del presente.
Además, aunque esas relaciones no fueran saludables al final, eran parte de tu identidad. Que te arranquen una parte de ti deja un vacío que el cerebro quiere llenar con lo conocido.
2) Otro punto importante que te recomiendo es que te quites la presión de «pasar página» y fustigarte porque no lo logras. No se trata de «olvidar» o «superar», sino de aprender a vivir con esa ausencia. Hay personas que no olvidarás nunca, y heridas que nunca se borrarán por completo.
Formarán parte de ti para siempre, y el trabajo es aceptarlas y aprender a vivir con ellas. No es que el dolor que sientes se haga más pequeño, si no que tú te vuelves más fuerte y aprendes a cargar con él y seguir viviendo una vida plena.
3) Entiende que somos contradicciones con patas y que algunas emociones y sentimientos pueden reaparecer tras mucho tiempo y después de haber progresado mucho, porque son parte de ti. Es normal echar de menos a alguien que nos ha hecho daño. O desear algo que sabemos que no nos conviene, sentirse culpable por tomar una decisión que sabemos que es correcta o querer cambiar y sentir miedo de hacerlo.
No somos robots, somos humanos. Complejos y contradictorios. Y no pasa nada. No te machaques por ello. Más bien acepta lo que sientes sin juzgarte, ya que cuanto más lo hagas, más tardarás en salir del bucle.
4) Estás empezando a construir una nueva vida, y esto es genial, pero estás realizando cambios en un nivel externo, por decirlo de alguna manera. Las personas que te rodeas, las actividades que haces…pero el verdadero cambio debe ocurrir en ti. Y tienes que centrarte en ello, ya que de lo contrario todo lo demás serán distracciones que jamás cubrirán el vacío que sientes dentro.
Eso pasa por mejorar tu autoconcepto, por descontado. De esta manera podrás atajar lo que requiere de una mejora por tu parte y, a su vez, verte como una persona merecedora de tu propia valía y cariño.
Y es difícil, pero ahí radica el cambio que te permitirá cambiar el paradigma y dejar de verte como alguien que te han abandonado a decir «mi valor sigue existiendo, y es una pena que esas personas no hayan sido capaces de verlo. Si no quieren estar conmigo, estoy en paz con que se vayan si no desean estar a mi lado. Yo estoy a mi lado».
5) Si sientes que todo esto se te hace un mundo y no puedes avanzar, pide ayuda. Recuerda que pedir ayuda es de valientes. No es rendirte, es negarte a rendirte.
PREGUNTA:
Víctor, llevo tiempo haciendo introspección y me he dado cuenta de que la mayoría de problemas de mi vida… me los he ganado a pulso. Me jode aceptarlo, pero es una realidad. El tema es que no sé por donde empezar a cambiar para salir del hoyo. ¿Qué me recomiendas? Gracias por todo. Siempre.
RESPUESTA:
Primero de todo, tengo que reconocer que llevo reservando esta pregunta durante algunas semanas para responderla en el momento adecuado.
Y este momento es ahora.
El punto en el que estás lo llamo el punto de no retorno. Cuando sabes que lo que te ocurre es consecuencia de tus acciones. De tus hábitos. De tus decisiones. Y estás harto.
Pocas personas se atreven a hacer este trabajo de sinceridad brutal, pero es la única solución para cambiar de verdad. Y te felicito por ello.
Dicho esto, hay que tomar cartas en el asunto.
Y con contundencia.
¿Por dónde empezar? Por el principio, claro.
Tienes que detectar qué acciones/hábitos/decisiones de las que estás realizando tienen un mayor impacto negativo en el estado actual de tu vida. Cuales te han llevado a la situación en la que estás. Y una vez las detectes, lanzarte de cabeza a solventarlas.
Te pongo un ejemplo muy claro para que lo entiendas.
Una de mis primeras clientas de mentorías fue una chica que tenía un grave problema de autoestima. No podía estar sola. No se aguantaba a sí misma y necesitaba siempre la compañía de alguien para evadirse de la suya propia.
Además siempre evitaba cualquier cosa que pudiera crear conflictos, y eso a veces (muchas, de hecho) le hacía faltar a sus propios valores. Llegaba incluso a mentir en varias ocasiones, ya que creía que si decía lo que de verdad pensaba acabaría defraudando a sus supuestos amigos y estos la dejarían sola.
El problema es que una de las cosas que ella más odiaba era a las personas mentirosas, y ella misma estaba todo el día mintiendo, por lo que empezó a desarrollar un sentimiento de rencor hacia sí misma que le hacía despreciarse todavía más. Esto hacía que ansiase la aprobación de los demás con más ahínco cada vez. Había creado un círculo vicioso que no conseguía romper.
¿Y qué acción estaba realizando que le estaba destrozando la vida?
Efectivamente, mentir como una bellaca.
Ya te puedes imaginar como empezamos a solucionarlo, ¿no? Efectivamente, con una dosis brutal de verdad por su parte. Hacia ella misma y hacia los demás.
Escucha esto y grábatelo a fuego: «El carácter de una persona se mide por la cantidad de verdad que es capaz de decir, asumir y aceptar. Especialmente sobre sí misma”.
Fíjate que la octava regla del libro “12 reglas para vivir” de Jordan Peterson, uno de mis grandes referentes, se llama «Di la verdad, o al menos no mientas», y es una de mis favoritas de toda la obra.
Una de sus mejores frases al respecto es la siguiente: «Si dices la verdad lo que ocurra a continuación es lo mejor que podría haber ocurrido en esa situación, con independencia de lo que parezca a primera vista».
Pero para decir la verdad hay que tener coraje. Y, para aceptar la verdad, también.
Mi clienta perdió algunas amistades al empezar a respetarse y al dejar de mentir (aunque sería debatible si realmente eran amistades cuando esa relación se basaba en mentiras y engaños) pero con las personas que se quedaron a su lado estrechó vínculos de una forma muy significativa.
Mejor solo que mal acompañado. Y mejor poca gente que te quiera por quien eres que mucha gente que te quiera por quien pretendes ser. ¿Estamos de acuerdo?
Te he contado la historia de mi clienta porque sospecho que te puede ayudar, ya que la mentira es uno de los principales factores que causan estragos en la vida de la mayoría, y son muy pocos los que no les iría mejor si añadieran un poco de verdad a su día a día.
Dicho esto, lo que hicimos con ella fue un ejemplo de algo mucho más profundo, trabajamos directamente en el fortalecimiento de su carácter. Porque aceptar y decir la verdad es vital, pero es un ejemplo de un valor mucho más importante, y que es troncal en cualquier persona que tenga un carácter a prueba de balas.
Y créeme cuando te digo que fortalecer tu carácter mejorará tu vida de forma exponencial. Porque cualquier cambio que estés deseando en tu vida solo existirá como consecuencia de un cambio previo en tu interior.
No puede ser de otra manera.
Hasta que tú no cambies, nada cambiará.
PREGUNTA:
Víctor, estoy en un momento francamente complicado y me irían genial tus palabras y consejos.¿Has tenido alguna época de ansiedad? ¿Cómo la superaste? Gracias adelantadas.
RESPUESTA:
He tenido varias épocas de ansiedad importantes.
La última, de hecho, ha sido todo el año 2023 y parte del 2024.
Una verdadera locura.
Con el tiempo, he detectado varios patrones que se han repetido en prácticamente todas. Al evitarlos o reducirlos, he podido gestionar mucho mejor la ansiedad.
Obviamente te voy a hablar desde mi experiencia personal, no estoy intentando sentar cátedra. Si tienes mucha ansiedad de forma frecuente y no puedes controlarla, habla con un profesional, por favor.
Yo lo hice, y no hay nada malo en ello.
Recuerda que pedir ayuda no es rendirse. Es negarse a rendirse.
Vamos allá.
1) TRICOTOMÍA DE CONTROL: Una evolución del concepto estoico de la dicotomía de control. En corto: hay cosas que podemos controlar por completo, otras que no, y algunas que podemos controlar parcialmente. Céntrate en lo que sí puedes controlar y acepta plenamente aquello que se escapa de tu zona de control. Es difícil integrarlo de verdad, no te voy a engañar, pero una vez lo haces notarás que sueltas tanto equipaje innecesario que parecerá que flotas.
2) NO SABER DECIR «NO»: En mi experiencia, muchas veces que tengo ansiedad es porque me he metido en un fregado en el que no quiero estar, pero que no he marcado los límites de forma adecuada o no he tenido el valor de decir un «no» rotundo.
3) REMORDIMIENTOS: Otro clásico. Ansiedad por remordimientos. Porque sabes que no has hecho todo lo posible. O porque sabes que no has hecho lo correcto y luego llegan todos los fantasmas. Si te comprometes a algo, hazlo. Tu nombre está vinculado a tu palabra. Haz que tenga valor. Y haz lo correcto. Pocas veces hay dudas al respecto y te aseguro que la mejor almohada es una conciencia tranquila.
4) AUTOEXIGENCIA: Justo al contrario, y también me ha pasado. Te exiges demasiado. Está muy bien ser exigente, pero todo el mundo tiene límites y no querer verlos suele llevar al agotamiento, a la frustración.y a la ansiedad por las expectativas que tú mismo te has puesto. Eres humano. No pasa nada.
5) HÁBITOS Y CUIDADO PERSONAL: Muchas veces, la ansiedad se incrementa cuando descuidamos nuestra salud física. Por lo tanto, centrarte especialmente en esos hábitos saludables que sabes que debes realizar puede marcar la diferencia entre navegar la ansiedad y hundirte en ella.
Intenta detectar si cumples alguno de los puntos anteriores y trabaja para aplicar las medidas necesarias. No te aseguro que se te vaya la ansiedad, pero pongo la mano en el fuego que estarás mejor….
Promesa cumplida: respuesta a tu pregunta en menos de 5 minutos.
Espero que te haya ayudado.
PREGUNTA:
Víctor, he oído que no te debería importar lo que los demás piensen de ti. ¿Es cierto? Y si es cierto ¿qué puedo hacer al respecto si siento que me importa? Gracias por todo, de verdad.
RESPUESTA:
Primero déjame decirte que es completamente normal que sientas eso.
A todos nos pasa, y los que dicen que no les importa nada… mienten. Como bellacos. Dicen lo que queda bien decir, lo que les hará parecer gente muy segura de sí misma y digna de admiración.
Pero la realidad es que tenemos integrado en el sistema operativo que nos importe la opinión de los demás, ya que a nivel evolutivo ser expulsado del grupo significaba, con toda seguridad, la muerte.
A nivel evolutivo era prácticamente imposible sobrevivir por uno mismo, por lo que solemos equiparar el rechazo y la soledad a la muerte.
Establecer buenas relaciones y que los demás integrantes de tu grupo tengan una buena opinión de ti representaba un aumento dramático de las posibilidades de supervivencia.
De hecho, recuerdo un estudio en el que se observó que las personas que decían con más convicción que no les importaba la opinión de los demás eran a los que, paradójicamente, más les importaba.
No me sorprende en absoluto.
Pero a ver… ¿realmente crees que no te tiene que importar lo que NADIE piense de ti?
¿No crees que es normal que te importe la opinión de tus padres?
¿De tus hijos?
¿De tu pareja?
¿De tu mejor amigo?
Porque yo creo que sí es normal.
Y me atrevería a decir que recomendable, además.
A mí me importa.
El problema viene cuando te importa lo que todo el mundo piensa de ti.
Y, además, cuando te importa demasiado.
Tanto que eres incapaz de hacer lo que verdaderamente crees que debes hacer simplemente para encajar dentro de las expectativas que las demás personas tienen de ti.
Ahí tenemos un conflicto.
Y supongo que a eso te refieres cuando me has hecho esta pregunta.
¿Qué puedes hacer para reducirlo?
Aquí tienes una pequeña lista de consejos.
BUSCA ALGO IMPORTANTE
Mark Manson decía que si te importa demasiado lo que los demás piensan de ti es que no tienes nada verdaderamente importante en tu vida a lo que darle importancia. Y estoy bastante de acuerdo.
Cuando encuentras o construyes algo que verdaderamente te importa, que es un pilar fundamental de tu existencia y que pasa por encima de las opiniones de otras personas, has dado un paso de gigante para solucionar el problema de las opiniones ajenas.
AUMENTA EL VALOR QUE LE DAS A TU PROPIA OPINIÓN.
Cuando te importa demasiado la opinión de los demás normalmente es un indicativo claro de que la tuya propia no pasa por delante. Y eso es un problema. Si quieres dejar de sentirte bloqueado por lo que crees que los demás piensan de ti, empieza a valorar tu propia opinión.
Y eso lo logras empezando a valorarte a ti mismo debidamente. Al hacerlo, verás como la importancia que le das a las opiniones ajenas se atenúa con el tiempo.
PROFUNDIZA
La gente va a opinar, dudar, cuestionar y criticar lo que haces. Pero si lo que haces y lo que crees está arraigado en tus valores, es muy probable que todas esas críticas no hagan mella en ti. O, al menos, no calen tan hondo como lo harían si actuaras sin ningún tipo de congruencia con tus valores y principios más profundos.
PON PERSPECTIVA
Una vez sabes que tu cerebro está programado para que le importe lo que los demás piensen de ti, tienes media batalla ganada. Sabes que tu cerebro te envía inputs, pero estos no tienen por qué ser ciertos, útiles o necesarios.
Piensa si realmente valoras y te importa la opinión de esa persona o, por el contrario, te estás dejando llevar por la inercia de tu cerebro. A mí me ayuda mucho plantearme si respeto a esa persona, si ha logrado lo que yo quiero alcanzar o si está viviendo la vida que yo quiero tener.
De no ser el caso, eso me permite racionalizar mucho la situación y desapegarme mucho de su opinión y evitar que infecte mi mente. Porque su opinión, casi con seguridad, es irrelevante.
ACEPTA
Hay gente a la que jamás podrás complacer. Nunca podrás cambiar su opinión respecto a ti o lo que haces. Siempre estarán de culo, siempre encontrarán algo que criticar, siempre tendrán algo malo que remarcar. Y eso está bien. No pasa nada.
Es algo que no puedes controlar. Y como tal, es algo que no merece tu energía, tu atención ni tu tiempo. Requiere trabajo, pero es una habilidad que se puede desarrollar.
CAMBIA DE AMBIENTE
Lo bueno que tiene el mundo moderno es que hay una oferta ingente de personas a las que puedes acceder y con las que te puedes relacionar. Antaño nuestro círculo de influencia era relativamente pequeño, pero hoy en día podemos encontrar a personas que sean mucho más afines a nosotros, a nuestros objetivos, a nuestra manera de entender la vida, de funcionar, de pensar, de actuar.
Por lo tanto, si estás rodeado de gente que no para de darte la brasa con sus opiniones de mierda (y normalmente no solicitadas)…pues tal vez es el momento de buscar un nuevo entorno que te estimule a ser la persona que quieres ser.
Espero que te haya ayudado ;)
PREGUNTA:
Víctor, mi pregunta es directa: ¿Cómo puedo saber si estoy creciendo a nivel personal? Porque a veces esto del desarrollo personal me parece un poco…magufo, y puedes acabar hecho un lío. Espero que me entiendas. Un abrazo.
RESPUESTA
Te entiendo.
Perfectamente, además.
Buf, si te explicara lo mucho que me cuesta decir que hablo de desarrollo personal por miedo a que me asocien con la cantidad de cantamañanas que hay por ahí sueltos diciendo sandeces…
Que eso vaya por delante.
Y ya entrando en el meollo del correo, te voy a dar una respuesta tan directa como tu pregunta.
¿Te parece?
El crecimiento personal, tal y como lo entiendo yo, es pragmático y realista. No se va por las ramas y tiene una finalidad clara: dejar esto mejor de lo que lo hemos encontrado. Es un trabajo que haces en ti mismo para ofrecer el resultado al mundo.
Primero de todo tienes que entender qué es para ti esa mejor versión. Debes definirla de forma concreta y precisa, y para ello tienes que ser completamente consciente de los puntos que te restan y debes mejorar.
Porque la mejor versión de cada uno es diferente, no lo olvides.
En mi caso, por ejemplo, es la paciencia y la gestión emocional. Para otra persona, será la asertividad y la disciplina. Para otros, la empatía y la generosidad. Encuentra los puntos que son más flagrantes y que te lastran más en tu día a día.
Lo segundo es determinar qué herramientas debo implementar y aprender para poder trabajar de forma efectiva estos puntos que debes mejorar.
En mi caso por ejemplo sería el journaling, la meditación, la respiración, el mindfulness, el estudio filosófico y psicológico de las emociones y cómo gestionarlas correctamente, pedir ayuda a profesionales especializados en estos ámbitos…
El último paso es valorar si lo que estás haciendo está generando resultados. Si sabes qué puntos débiles tienes, sabes exactamente qué situaciones se generan por culpa de ellos. Lo más probable es que sean situaciones que se repiten a menudo, por lo que puedes comparar tu yo anterior con tu yo actual en esos contextos y valorar los cambios que experimentas.
En mi caso, por ejemplo, puedo valorar la paciencia y el tipo de reacción que tengo cuando mi hija mayor habla y se porta mal.
Puedo observar si puedo gestionar mejor la ansiedad o el estrés cuando hay algún problema en algún proyecto, y puedo compararlo con la reacción que hubiera tenido meses atrás en la misma situación.
Si veo que respondo mejor que antes y que soy capaz de gestionar mejor las situaciones que antes se me hacían una montaña, voy por buen camino.
Sin embargo, déjame decirte que el desarrollo personal suele ser un proceso tan gradual y lento que a menudo tú eres el último en darte cuenta de lo mucho que has cambiado y avanzado.
Es un camino lleno de pasos que a simple vista parecen irrelevantes. Pequeñas victorias que pasan desapercibidas. Un sendero en el que nadie te da ni una palmada en el hombro por todo lo que estás haciendo.
3 años más tarde levantas la vista, miras hacia atrás y te dices a ti mismo: Joder, no me puedo creer que yo soliera ser así…
Esto es el desarrollo personal.
El de verdad. El que me gusta compartir.
Y así sabes si estás creciendo a nivel personal.
Por lo tanto, sigue adelante.
Espero que te haya ayudado.
Si es así, házmelo saber ;)
PREGUNTA:
Hola Víctor. Mira, tengo una cuestión a la que le llevo dando vueltas un tiempo y me gustaría saber tu opinión al respecto. ¿Qué diferencia hay entre una excusa y una razón? Gracias por todo lo que haces y por esta newsletter. Aprendo cada semana contigo.
RESPUESTA:
Primero de todo, gracias por la pregunta y las palabras de cariño.
Lo que me comentas es muy interesante, y a la vez bastante difícil de contestar. Básicamente porque no hay una serie de argumentos que se puedan categorizar como excusas y otros como razones. Depende mucho de la intencionalidad con la que se digan y el trasfondo que tengan.
Vamos a ver un ejemplo típico: «No tengo tiempo para entrenar».
La misma frase puede ser una excusa o puede ser una razón.
Si eres una persona que tiene las prioridades claras, tiene una buena rutina establecida y aún así no le da la vida para entrenar (porque a veces ocurre), esa frase es una razón. Son hechos objetivos que no puedes alterar, y por lo tanto en ese caso se dice con tranquilidad y paz, porque la realidad es la que es. Haces lo que puedes con lo que tienes.
Una persona que se levanta a las 10 de la mañana porque se queda despierto hasta las 3 jugando a la consola, se dispersa constantemente y tarda 10 horas en hacer lo que se podría hacer en 4 horas y, además, no tiene las prioridades claras y prefiere quedar con sus colegas que ir al gimnasio…pues «no tener tiempo» se vuelve una excusa para cubrir una verdad que duele más de aceptar: no me da la gana de entrenar, pero no quiero reconocerlo y prefiero contarme una historia para quedarme tranquilo conmigo mismo.
Pero en el fondo…todos sabemos que nos estamos explicando excusas.
Mucho ojo, porque una supuesta razón puede ser en el fondo una excusa camuflada, normalmente por falta de previsión.
Veamos un ejemplo: «he llegado tarde porque mi hija ha tardado mucho en cambiarse y hemos salido tarde de casa».
Mi pregunta es: ¿Has previsto que eso podría ocurrir (y ocurre siempre con niños, lo digo por experiencia teniendo dos) y has empezado a prepararte antes por si ocurría algún imprevisto que te impidiera llegar a la hora? Probablemente no, y aunque en tu cabeza pueda sonar muy convincente, llegar tarde por culpa de X suele ser una excusa y una falta de preparación y antelación por nuestra parte.
Obviamente tiene que haber un límite de preparación. No puedes prepararte 10 horas antes, pero cuando sabes que hay un factor que suele dificultar las cosas y no ir al ritmo que te gustaría, pues incluirlo dentro de la planificación es una buena idea y te solventará muchos problemas.
En mi experiencia personal, la mayoría de razones que nos explicamos son excusas.
Una razón explica. Una excusa, justifica.
Una razón permite asumir responsabilidad. Una excusa la elude completamente.
Una razón puede llegar a empoderar a través del esfuerzo. Una excusa, castra a través de la apatía.
Una razón tal vez no está basada en la valentía, pero una excusa por descontado que está construida sobre la cobardía.
Una razón tiene cierta neutralidad. Una excusa tiene una connotación negativa.
Una razón está sustentada en la verdad. Una excusa, en la mentira.
Espero que te haya ayudado.
Házmelo saber si así ha sido ;)
PREGUNTA:
Víctor, un amigo mío lleva bastante tiempo descuidándose y le está empezando a pasar factura, pero no parece tener la más mínima intención de hacer nada al respecto ¿Cómo puedo concienciarlo para que empiece a tomarse su salud en serio? Muchísimas gracias por todo el currazo que haces.
RESPUESTA
Esta pregunta, con sus infinitas variantes, la recibo con mucha frecuencia.
¿Cómo puedo hacer para que mis padres empiecen a mejorar sus hábitos?
¿Cómo convenzo a mi pareja para que haga deporte?
¿Cómo ayudo a mi amigo a que se cuide de una vez?
Por desgracia, no puedes.
Y ya sé que es una putada escribir esto, pero lo creo de verdad.
Eso no significa que no puedas hacer nada por tu parte, pero no puedes forzar un cambio permanente en una persona que no quiere cambiar y que no le nace de él/ella.
Puedes ser un auténtico brasas con el tema y lograr ciertos resultados a corto plazo, pero la constancia que se requiere para lograr cualquier cosa significativa está alimentada por el fuego interior, no porque alguien desde fuera te fuerce a ello.
Puedes lograr que alguien se coma una ensalada a disgusto delante tuyo principalmente para que te calles de una vez, pero que esa misma persona siga manteniendo unos hábitos saludables cuando nadie le está mirando depende exclusivamente de ella.
Lo que vas a lograr con eso es que no quiera volver a comer contigo.
¿Qué podemos hacer que sea productivo?
Tengo 4 consejos para ti:
Primero: valora el enfoque que estás utilizando para convencer a la otra persona. ¿Estás intentando ser empático y comprensivo en el proceso o estás haciendo sentir a la persona como la mierda por sus acciones, esperando que eso la haga cambiar?
Te aseguro que la culpa y la vergüenza en la grandísima mayoría de personas no funciona. Machacarlo por «no hacer lo correcto» suele ser un pez que se muerde la cola, por lo que potencia todavía más las conductas compensatorias y nocivas que se quieren evitar en primer lugar.
Centrarte en todas los efectos positivos que se logran al llevar un estilo de vida saludable tiende a funcionar mejor que asustar con los efectos negativos de no llevarlo ¿Me explico?
Segundo: Celebra cada una de las acciones que la otra persona realice y que estén alineadas con el cambio que intentas inculcar en ella. Por pequeñas que sean. Por fáciles o irrelevantes que puedan parecerte a ti. Estamos intentando ayudar a la otra persona, y pocas cosas motivan más que recibir una recompensa cuando haces algo bien. Ayuda a seguir esforzándote en esa dirección.
Tercero, valora también si lo que les estás proponiendo es realista. He visto decenas de veces a personas que intentan «convencer» a otras de que entrenen, pero su idea de «entrenar» es ir 6 veces a la semana al gimnasio y estar ahí un par de horas dejándose la piel y sufriendo como bellacos, porque les encanta.
Ei, me flipa el gym, me encanta ir casi cada día y machacarme cómo si no hubiera un mañana, pero ese es mi rasero (al que he llegado tras muchos años). Lo que no puedo pretender es hacer que otra persona que no ha levantado una pesa en su vida haga lo mismo que yo, o que asocie «gimnasio» con todo lo que yo hago. Es una receta para el desastre, créeme.
Y cuarto y último (y creo que lo más importante) es dar ejemplo. La gente no aprende por lo que decimos, si no por lo que hacemos. El mundo cambia con acciones, no con palabras. Por lo tanto, lo máximo que puedes hacer tú es ser un ejemplo de la conducta que deseas ver en el mundo.
Si crees que la gente debe comer de forma saludable, come saludable la mayor parte del tiempo. Si crees que la gente debería estar en forma, haz deporte. Si crees que la gente debería leer más, apaga tú la tele y lee libros. Me entiendes.
Si alguien está sano, en forma, tiene cultura y conocimiento sobre muchos temas, tiene pasión por lo que hace, tiene una buena gestión emocional y genera buen rollo, desarrolla hobbies con maestría… a la gente le genera curiosidad.
Y esa curiosidad es la chispa que enciende su motor interno. El mismo motor que tú estás intentando encender desde fuera y que estás fracasando miserablemente.
Por lo tanto, repito: Sé el cambio que tú quieres ver en el mundo.
Espero que te haya ayudado.
Si es así, házmelo saber ;)
PREGUNTA:
Hola Víctor, siento que a día de hoy hay cada vez más personas que se comportan como críos y que tienen síndrome de Peter Pan, y si te soy sincero yo también me sorprendo a veces teniendo actitudes muy infantiles. Es algo que quiero cambiar. ¿Por dónde empezarías tú? Gracias de corazón por todo lo que haces.
RESPUESTA:
Me siento extraordinariamente reflejado en tu pregunta, porque yo también me sentí así durante muchísimo tiempo. Viviendo anestesiado en el País de Nunca Jamás. Y no es un gran sitio donde asentarte, créeme.
Tal vez hay gente que no sabe a qué se refiere la pregunta, por lo que primero de todo voy a explicar qué es este síndrome.
Básicamente es el conjunto de características que sufre una persona que no sabe o no quiere aceptar las responsabilidades propias de la edad adulta, no pudiendo desarrollar los roles que se esperan según su ciclo vital o desarrollo personal.
Vamos, las personas que actúan como si fueran críos a pesar de ya tener una edad. Algo que, por desgracia, está a la orden del día hoy en día.
¿Qué se debe hacer para superarlo?
Pues el primer paso es darse cuenta y aceptar que te ves a ti mismo como un crío y, por ende, actúas como tal. Y el segundo paso es querer dejar de serlo. Si no eres consciente del problema y/o no quieres solucionarlo, vamos apañados.
En eso estaremos de acuerdo.
Asumiendo que ambas condiciones se cumplen, el siguiente paso es entender que mucha gente se siente anclada a la etapa juvenil porque la tiene idealizada.Y, a su vez, demoniza la adultez. Los críos no deben lidiar con los problemas y la responsabilidad que conlleva la madurez, y es algo que llama mucho la atención de aquellos que se resisten a crecer.
Y a pesar de que este modus operandi pueda parecer positivo a corto plazo no significa que a largo plazo no tenga consecuencias catastróficas. Porque las tiene.
No es raro ver a este tipo de personas con severos problemas de ansiedad, depresión, inestabilidad y dependencia emocional, impulsividad, insatisfacción personal, baja autoestima o falta de realización y propósito.
Todo eso es consecuencia directa de querer permanecer en un estado de madurez en el que sabes que no perteneces.
Recuerda que negarte a asumir la responsabilidad que te toca no te exime de pagar el precio asociado a ello. Es decir, querer huir de la realidad no significa que dicha realidad deje de existir. Tarde o temprano vas a tener que enfrentarte a ella. Y siempre es mejor enfrentarte a tus miedos bajo tus propios términos, créeme.
Hoy en día podemos retrasar la madurez de forma significativa (algunos creen que para siempre), pero eso lo único que hace es retrasar y agravar lo inevitable. Por lo tanto, la elección de asumir esa responsabilidad es mucho mejor que dejar que las consecuencias de no hacerlo te arrollen y te sepulten.
La mejor manera de salir del síndrome de Peter Pan, una vez eres consciente de ello y quieres salir, es tomar la decisión de enfrentarte a tus demonios. Decide ser un adulto. Desea serlo. Y toma cartas en el asunto de inmediato. Entiende que serlo implica ciertos sacrificios, pero que entraña grandes regalos.
Y recuerda que un adulto no es aquel que tiene 18 años, va con traje, cotiza y paga impuestos. Hay cientos de críos que hacen esas cosas.
Ser un adulto, para mí, significa:
– Asumir tus responsabilidades, y eso te incluye a ti mismo.
– Aprender a estar bien contigo mismo y ser una persona con la que sabes que puedes contar.
– Darte cuenta que la vida no es justa. Y aceptarla y quererla igualmente.
– Aceptar que todo tiene un precio, y hay que estar dispuesto a pagarlo.
– Centrarte en lo que puedes controlar.
– No quejarte, o hacerlo muy poco. Y hacer algo al respecto siempre, no quedarse en palabras.
– Ser el ejemplo que quieres ver, y que te habría gustado tener.
– No hacerle pagar a personas inocentes las heridas que otros te hicieron.
– Rodearte de gente que te quiere. Mucho y bien.
– No tomarte casi nada demasiado en serio, ni siquiera a ti mismo.
– Hacer lo que sabes que tienes que hacer, independientemente de lo que ocurra a tu alrededor. Tú determinas quién eres, no el mundo o las circunstancias.
– Aprender a decir «basta», «no» y «estoy satisfecho» y «tengo suficiente».
– Saber perdonar y aprender a no guardar rencor.
– Ser consciente de la cantidad de cosas que no importan en esta vida, y dejar de perder el sueño por ellas.
– Lograr una buena gestión emocional.
– Darte cuenta que necesitas mucho menos de lo que crees.
– Conocerte en profundidad y dejar de ser un enigma para ti mismo.
Sí, hay mucho trabajo que hacer.
Pero tras todo eso hay una vida plena.
Una buena vida.
Una vida bien vivida.
Te lo aseguro.
Espero que te haya ayudado.
Házmelo saber si así ha sido ;)
PREGUNTA:
Víctor, si no me equivoco eres una persona a la que le gusta mucho la rutina y la organización. Tienes dos hijas, una familia, un negocio y muchos proyectos en los que estás metido. ¿Cómo puedes dar abasto con todo? ¿Cómo es un día en tu vida? Gracias por todo, no sabes lo mucho que ayudas…
RESPUESTA
Primero de todo, no te equivocas. Para mi la rutina es fundamental. Me gusta mucho organizar bien mis días, hacer todas mis tareas e irme a dormir tranquilo, sabiendo que he hecho todo lo que debía hacer.
Segundo, deja que te cuente un secreto: no doy abasto con todo. Ni de coña.
Con esto me refiero a que no puedo hacer todo lo que me gustaría hacer, porque mi tiempo es limitado, mis responsabilidades, muchas y mis prioridades, clarísimas.
Por lo tanto, debo ser muy selectivo a la hora de llenar mi agenda, aceptar clientes o iniciar proyectos para que estos no se coman una de mis prioridades más absolutas: mi familia.
Actualmente digo que no a muchas cosas si veo que van a representar un obstáculo para pasar el tiempo que creo necesario con mis hijas y mi mujer. Y estoy dispuesto a pagar el precio. Ya sea en crecimiento, en dinero, en oportunidades o en reconocimiento. Estoy en paz con ello.
Dicho esto, quiero hacer un pequeño apunte antes de explicar cómo es un día normal en mi vida, ya que recibo preguntas de este estilo con bastante frecuencia.
Quiero remarcar que esta es MI organización diaria. No es la mejor. No es para todo el mundo. Es simplemente la que a mí, a día de hoy, teniendo en cuenta mis prioridades, mis circunstancias y a base de pruebas y errores, me funciona.
Digo esto porque a veces me da la sensación que cuando la gente me pregunta cómo es mi día a día, lo hacen para intentar copiarlo a rajatabla. Creo que ese no es el enfoque correcto.
Cada uno tiene que encontrar la planificación que le vaya bien, porque tal vez yo hago cosas que tú no puedes hacer, o he tomado ciertas decisiones organizativas que, por mi trabajo, me puedo permitir. Y tú no. No te lo tomes como algo perfecto o a imitar. Y mucho menos, como algo fijo, porque mi horario va cambiando cuando lo estimo necesario.
Dicho esto, vamos con el «organigrama» de un día normal.
6:30: Me levanto.
6:30-6:45: Rato de aterrizar al mundo, planificar mi jornada y mentalizarme para el entrenamiento del día.
6:45-7:45: Entrenamiento / Trabajo si no toca entrenamiento ese día
7:45-8:00: Meditación
8:00-9:30: Preparar desayuno de las niñas, vestirse, mochilas, dejarlas en el cole y volver a casa.
9:30-11:00: Primer bloque de trabajo*
11:00-11:15: Breve descanso para desayunar.
11:15-12:45: Segundo bloque de trabajo
12:45-13:00: Pequeño descanso para estirar las piernas, salir a la terraza y tomar el sol.
13:00-14:00: Tercer bloque de trabajo
14:00-14:30: Comida
14:30-16:00: Cuarto bloque de trabajo **
16:00-21:00: Tiempo familiar, ir a buscar a las niñas al cole, pasar la tarde con ellas, duchas, juegos, extraescolares, cena y ponerlas a dormir.
21:00-22:00: Quinto bloque de trabajo ***
22:00-23:00: Ver un rato la tele, tiempo de calidad con mi mujer o tiempo de lectura, depende del día.
23:00: A dormir.
Sobre los bloques de trabajo, lo divido de la siguiente manera:
*Este es el bloque más importante del día, ya que durante estas horas hago las tareas más relevantes del período en el que me encuentro. Dedico los primeros 90 minutos del día a la tarea más prioritaria del día y después hago bloques de 60-90 minutos dedicados a otras tareas importantes. La clave aquí es ordenar las tareas por prioridad, y que si algo sale mal a lo largo del día siempre se vea afectada la última tarea (y por ende la menos importante).
Algunos bloques de trabajo que realizo son:
El Círculo Interior (mi membresía)
Clientes de mentorías
Nuevo curso que sacaré en breve.
Segunda edición del Arco de Invierno
Creación de contenido de redes sociales
Escribir La Hermandad
**El cuarto bloque lo considero trabajo, pero lo dedico más al aprendizaje. Cursos, libros, vídeos…cada día intento aprender algo útil y relevante para poder aplicarlo y trasladarlo a mis clientes y a mi comunidad.
***Aquí ya llevo muchas horas a tope y ya es tarde. En este momento estoy esperando a que mi mujer duerma a nuestra hija pequeña, por lo que este bloque lo dedico a algo que no me requiera mucha atención y energía por mi parte. Responder mensajes de redes sociales, algún correo suelto que ha quedado pendiente o simplemente miro algún vídeo interesante.
Ah, espero que quede claro que no duermo poco. Duermo mis horas religiosamente y me levanto descansado y con energía cada mañana. Madrugar no significa dormir poco. Significa ir a dormir antes.
¿Podría dormir más? Pues sí, pero me he dado cuenta que me despierto mejor durmiendo 7 horas y media en vez de 8 e incluso 9.
Espero haberte ayudado ;)
Házmelo saber.
PREGUNTA:
Primero, darte las gracias por todo el trabajo que haces. Es tremendamente valioso y tus correos son una fuente grande inspiración.
Te escribo porque me gustaría que hablases de cómo interiorizar la incertidumbre. Yo, por ejemplo, tengo claro la incertidumbre en la que vivimos y que la vida consiste en eso, pero no tengo nada claro si sabré gestionarla cuando, por ejemplo, mis hijos tengan edad para salir e ir de fiesta. Por eso, quiero aprender a gestionarlo desde ya.
Muchas gracias.
RESPUESTA:
Muy buenas hermano, te agradezco un montón tus palabras.
He decidido responder a tu pregunta pero desde un enfoque un poco distinto. Técnicamente no voy a responderla, pero espero de corazón que te ayude ya que es algo que me he planteado y es a la conclusión a la que he llegado.
Vamos a ello.
Mira, es normal que te preocupe la situación que me planteas y tengas serias dudas sobre si sabrás gestionarlo adecuadamente. A mí también me pasa con mis hijas. Pienso en ello y me pongo tenso. No me gusta pensar en la adolescencia de mis hijas.
¿Pero sabes qué me doy cuenta cuando entretengo estos pensamientos en mi mente? Que estoy intentando aprender a gestionar una situación que aún no existe. Y por el contexto de tu pregunta, estás en la misma situación.
Es decir, sufres por algo que todavía no existe. Y esa es la razón por la que esta situación te crea tanto desasosiego, porque no puedes contextualizarla en la realidad y solo la puedes enmarcar en tu pensamiento.
Y al hacerlo, tiendes a catastrofizar.
A ponerte en lo peor.
A construir los peores escenarios posibles y proyectarte en esa fantasía que te has creado en tu cabeza como si fuera la realidad y el presente.
Nuestra mente es así de fantástica.
Te pones en las peores situaciones y las tomas como un anticipo de lo que va a ocurrir.
¿Me sigues?
Y la realidad es que no tienes ni idea de lo que ocurrirá cuando tus hijos salgan de fiesta.
Por no saber, no sabes ni siquiera si les gustará salir de fiesta.
Porque es una posibilidad ¿eh?
A mí, por ejemplo, nunca me gustó salir de fiesta y siempre preferí ir con los colegas a tomar algo a sitios más tranquilos. Y las pocas veces que salía a discotecas…pues no hacía nada fuera de lo normal. Nunca me drogué, nunca me subí a un coche con alguien que hubiera bebido, no me metí en peleas (de hecho, evité unas cuantas), iba con cuidado al volver a casa…
Imagínate por un momento que te estás preocupando por esto y al final no ocurre.
Pues menuda pérdida de tiempo y energía ¿no crees?
Ahora tal vez estás diciendo «bueno Víctor, pero tú eras la excepción, ya que lo más probable es que salgan de fiesta». Y yo te contestaré que tienes razón, pero igualmente la situación de momento está enmarcada en la imaginación.
La realidad es que estás sufriendo por algo que no existe.
No sabes como gestionar algo que no ha ocurrido.
Y es normal que no sepas cómo hacerlo.
Cuando ese hipotético se traslada a la realidad las cosas se ven de una manera muy distinta. Me ha pasado muchísimas veces y apuesto a que a ti también. Abrumarte por el futuro y, cuando se convierte en el presente, te sorprendes diciendo que «no era para tanto» o «esto es mucho más manejable».
Ahora me da vértigo pensar en mis hijas adolescentes pero seguro que, cuando lo sean, disfrutaré mucho más de la etapa de lo que la disfruto en mi mente. Con lo bueno y con lo malo que habrá, como en todas las épocas. ¿Me explico?
¿Qué puedes hacer de momento? Pues asegurarte de que cada día le estás inculcando los valores adecuados a tus hijos para que, cuando salgan al mundo y puedan tomar decisiones por ellos mismos, tomen las menos decisiones malas posibles.
Asegúrate que se sienten seguros para no ceder ante la presión del grupo, que tengan suficiente autoconfianza como para saber decir que no, que tengan suficiente criterio para que elijan a su grupo de amigos lo mejor posible, que te vean como alguien en quien contar y como un pilar en su vida, que es un ejemplo de los valores, principios y comportamientos que quieres ver en ellos.
Sé que esto suena un poco «arcoiris en la calle de la gominola», pero siento en lo más profundo de mi que ahí está la clave. Al menos, en el apartado de su desarrollo en el que podemos incidir e influenciar.
Y es en lo que me estoy centrando con mis hijas.
Porque es lo único que está bajo nuestro control.
Al final, nuestros hijos no son nuestros. Son sus propias personas, por lo que debemos centrarnos en darles ciertas herramientas y luego dejarlos que vivan sus vidas, esperando que las usen y que sepan que siempre estaremos ahí.
Espero que te haya ayudado ;)
Házmelo saber.
¿Ser dur@ y exigente es positivo o negativo? ¿Cómo podría cambiarlo si realmente es mejor cambiarlo?
PREGUNTA:
Víctor, primero de todo, gracias por tu atención y por continuar con «La Hermandad». Todo lo que aportas es maravilloso.
Mi duda es la siguiente: en varias ocasiones me han comentado que soy «muy dura» en el sentido de ser muy exigente. Me pregunto si ser «dura/exigente» es positivo o negativo, y cómo podría cambiarlo si realmente es mejor cambiarlo. Me interesa mucho tu punto de vista.
Muchísimas gracias.
RESPUESTA
Mil gracias por tus palabras, aquí seguiremos dando caña ;)
Voy a empezar diciendo que creo que la autoexigencia es, en líneas generales, buena. Marco Aurelio decía «sé tolerante con los demás y estricto contigo mismo». Estoy de acuerdo.
La autoexigencia al final es una herramienta, y dependiendo del uso que le demos puede sumarnos o restarnos. Pero es una herramienta con mucho potencial positivo, en mi opinión.
El problema es que siempre pensamos en ella algo negativo. En machacarnos a nosotros mismos, no darnos margen a nada, nunca estar satisfechos, ser bestialmente autocríticos, etc…
Y eso en realidad no es autoexigencia.
O, al menos, solo es una parte muy sesgada y limitante de la misma.
La autoexigencia nos empuja a la excelencia. A dar lo mejor de nosotros mismos y a no conformarnos con menos de lo que sabemos que podemos dar. Como rezaba la frase «no te preocupes si apuntas alto y fracasas; preocúpate si apuntas bajo y aciertas».
Hay mucha gente que no tiene eso integrado, ya que transita por la vida en piloto automático, y la manera en la que hace las cosas es un reflejo de su propia existencia. Anodina, sin pasión, sin mimo, sin cuidado y sin intención. Hacen las cosas por hacer, y les da igual si se hacen bien o mal.
Este tipo de personas a poco que les exijas algo se sentirán abrumados (e incluso atacados u ofendidos), porque no conciben la idea de que hay personas que sabe perfectamente que la manera en la que hacen las cosas es un reflejo de ellos mismos, por lo que se esfuerzan en que haya un sentido de integridad entre sus acciones y el potencial que saben que tienen.
Con estos, por desgracia, hay muy poco que hacer.
No pueden implicarse con sus tareas porque no se implican con ellos mismos ni con sus propias vidas.
Dejando de lado este perfil de personas del que hablaremos al final ¿por qué hay tanta gente a la que le lastra la propia exigencia, si tan buena puede llegar a ser?
Pues en mi opinión este fenómeno ocurre porque la autoexigencia es un poderoso aliado siempre que esté supeditada a una buena autoestima y a un buen autoconcepto.
Si no existe eso de base, la autoexigencia acaba engulléndote por completo.
El problema que existe (o al menos el que yo tenía, pero me atrevo a decir que no soy el único al que le ocurre) es que, al no haber una buena autoestima, empezamos a asociar nuestro valor como personas en base a lo que hacemos y los objetivos que alcanzamos.
Solo seremos válidos ante nuestros ojos si lo alcanzamos. No antes.
Y, al no ser válidos o suficientes de momento, nos machacamos sin compasión en la búsqueda de eso que creemos que nos hará querernos y valorarnos. Es precisamente ese machaque constante el que, paradójicamente, dificulta lograr ese objetivo. Y cuanto más difícil es, más nos exigimos y de peores maneras lo hacemos.
Haciendo referencia a tu duda: si ese es tu tipo de autoexigencia o la «dureza» a la que se refieren los demás, creo que es negativo y hay que tomar cartas en el asunto.
Si, por el contrario, eres una persona que puedes separar tu valor como persona de tus logros, eres capaz de exigirte desde un punto positivo (sin abusar de ti ni de los demás en el proceso), puedes llegar a estar contenta con el resultado, a decir «tengo suficiente» y no entras en una vorágine de «nunca está suficientemente bien», creo que tu autoexigencia es buena, y tal vez la gente que te hace comentarios negativos al respecto son perfiles como el que he comentado anteriormente.
Espero haberte ayudado ;)
Házmelo saber.
PREGUNTA:
Víctor ¿Crees que podemos cambiar nuestra personalidad? Me estoy dando cuenta que mi forma de ser me limita en muchos aspectos de mi vida y no sé qué debo hacer o si puedo hacer algo, siquiera. Gracias por estos correos. Son luz al final del túnel.
RESPUESTA:
Gracias por el mensaje y por tus palabras, de corazón.
Hay una parte de nuestra personalidad que es genética. No nacemos siendo una «hoja en blanco» como muchos creen. Hay muchas líneas escritas desde que nacemos y no tenemos capacidad para cambiarlas.
Pero hay otras partes (en mi opinión, la mayoría) que se forjan a medida que vamos viviendo y en base a las experiencias que nos encontramos a lo largo del camino. Creo que esas sí que tenemos cierta capacidad para modificarlas o, al menos, canalizarlas de una forma mucho más productiva y útil. Con nuevas experiencias, aprendizajes, desaprendizajes y, sobre todo, voluntad de cambiar.
De hecho, voy más allá y te digo que aquellos aspectos de tu personalidad que los tienes desde que naces, a pesar de no poder cambiarlos, si que puedes aprender a gestionarlos correctamente, de manera que tampoco te limiten en exceso.
Déjame que te ponga un ejemplo personal.
Yo soy una persona que, desde muy pequeño, tengo un temperamento excesivamente fuerte. Durante mucho tiempo fui alguien explosivo, impulsivo y con muy poca autoestima, paciencia y sentido del humor.
Durante muchos años me decía a mí mismo que «era así».
Y efectivamente, lo era. De arriba a abajo.
Pero mi pregunta es: ¿de qué puñetas sirve ser como eres si no te sirve en absoluto?
Porque mi mala leche no me estaba ayudando en nada. Mi falta de paciencia, mi baja autoestima, mi impulsividad y mi nulo sentido del humor tampoco.
Al contrario, todo eso me me limitaba en muchos aspectos, y además luego tenía que pedir perdón por las consecuencias de mis rabietas, cabreos y conducta en general. Y hay algún que otro perdón que no lo he podido obtener, y me ha tocado aprender a vivir con ello.
Mira, te cuento un secreto:
Muchos nos decimos a nosotros mismos que «somos así».
Pero en realidad no lo somos.
Decidimos serlo, que es muy distinto.
Yo es que soy impaciente.
Yo es que soy impuntual.
Yo es que soy celoso.
Yo es que soy inconstante.
Yo es que soy perezoso.
Yo es que soy indisciplinado.
Yo es que soy inseguro.
¿Sabes por qué lo decidimos? Porque «ser así» es muy fácil. No requiere de trabajo por nuestra parte, simplemente dejarnos llevar por nuestra propia inercia.
Debes tener mucho cuidado con lo que te dices a ti mismo, porque las historias que te cuentas pueden acabar transformándose en realidades bajo las que interpretas y experimentas tu vida.
Hay una línea clara entre aceptarte y resignarte, y lo verdaderamente importante es ser una persona que te pones la vida fácil o que, al menos, no te la complicas innecesariamente. Que no pones zancadillas a ti mismo a cada paso.
Y eso está al alcance de todos.
Con el tiempo yo he solventado muchos de los aspectos que me limitaban (como el sentido del humor o la autoestima) y he aprendido a canalizar los que no puedo cambiar de una forma mucho más productiva de la que lo hacía antes, que era cagarme en la puta, gritar, hablar mal, faltar al respeto…Y luego tragar con los remordimientos.
Repito: creo firmemente que la gente puede cambiar. Pero la realidad es que no quiere cambiar. Y, sobre todo, no quiere reconocer que no le da la gana de cambiar.
No seas de estas personas.
Asume tu responsabilidad.
Y ojo, cambiar requiere esfuerzo, incomodidad y trabajo. Habrá mucha resistencia en el proceso, especialmente al principio, y también tropiezos y varios retrocesos. Es normal y esperable.
Esa es la razón por la que muy pocos son capaces de enfrentarse a eso. Espero que tú puedas plantarle cara a todo aquello que no te sume y no te arrugues ante el reto y te mantengas firme.
La recompensa de limar tus propias asperezas es una buena vida.
Yo creo que, si el premio es ese, vale la pena hacer el esfuerzo ¿no crees?
Espero que te haya ayudado ;)
Házmelo saber.
PREGUNTA:
Víctor, estoy en un momento de mi vida muy difícil, tanto a nivel familiar como laboral ¿Cómo puedo salir de esta negatividad? Muchísimas gracias.
RESPUESTA:
He pasado por épocas muy difíciles, por lo que puedo entender perfectamente como te sientes y la desesperación que debes notar cuando te ahogas en tu propio día a día.
A continuación te comparto los mejores consejos que me han ayudado a sobrellevar los momentos más oscuros de mi vida. Espero de corazón que te ayuden y que te den un rayo de esperanza.
1) CÉNTRATE EN EL SIGUIENTE PASO.
Una de las mejores maneras de hacer frente a estas etapas es centrarte en lo que tienes delante AHORA. El miedo y la parálisis aparecen, en gran medida, cuando perdemos el foco en el ahora y nos centramos en todo lo que está ocurriendo, todo lo que tenemos que recorrer y hacer o todo lo que está fuera de nuestro control.
Es abrumador.
Es aterrador y puede paralizar.
Lo entiendo perfectamente.
El ahora es mucho más manejable.
Del mismo modo que si quieres construir el mejor muro posible te debes centrar en poner el ladrillo que tienes en la mano de la manera más perfecta que puedas, para enfrentarte a los peores obstáculos de la vida tienes que hacerlo paso a paso, día a día, a veces incluso hora a hora.
¿Qué puedo hacer ahora?
¿Qué está en mis manos?
¿Qué está bajo mi control ahora?
Pues voy a activar la visión túnel y hacer eso de la mejor manera que pueda, y luego me centraré en el siguiente paso cuando llegue.
2) BUSCA ACTIVAMENTE LA LUZ
Es extraordinariamente fácil dejarte llevar por la inercia y regodearte en toda la mierda que se arremolina a tu alrededor. Genera una cierta sensación de alivio a corto plazo hundirte en ella y confirmar que, efectivamente, estás tocando fondo y que tu vida es un asco.
En mi opinión este es el mejor momento para hacer el trabajo de focalizarte en los pequeños retazos de luz que existen a tu alrededor. Si tienes que buscarlos con lupa, los buscas. Pero créeme cuando te digo que siempre hay luz, por pequeña que sea. Y es en esos momentos en los que nos tenemos que aferrar a ella y valorarla debidamente.
3) ES PARTE DE TU ENTRENAMIENTO
Hace años pasé por un momento muy complicado. Una muerte cercana que me pilló de sopetón. Y una persona me dijo una frase que jamás se me ha borrado de la mente.
Me dijo: «esto forma parte de tu entrenamiento».
Todo por lo que estás pasando es una prueba que forjará tu carácter y que te transformará en alguien mucho más fuerte, resiliente y capaz. Es un paso necesario para alcanzar una versión mejor de ti. Porque no se puede tener un carácter fuerte y una vida fácil, ya que el precio de uno es el otro.
Por lo tanto haz el esfuerzo de ver esto, esta etapa tan jodida por la que estás pasando, como un trámite necesario.
4) ESTO TAMBIÉN PASARÁ
Lo hará. Las malas épocas no duran para siempre. Las tormentas se calman. La noche acaba. El amanecer llega siempre. Y tu trabajo es mantenerte firme hasta que todo se apacigue. Quiero compartirte una de las mejores historias que he escuchado y que ejemplifica esto de una manera brillante.
Espero que la disfrutes.
Un rey reunió a todos los sabios de su corte y les expuso lo siguiente:
—He mandado hacer un anillo al mejor orfebre del reino, y quiero grabar en su interior un mensaje que me ayude en los tiempos difíciles y al que pueda acudir cuando necesite consejo y guía. ¿Qué mensaje debería grabar?
Los sabios se pusieron manos a la obra: dedicaron días y días a revisar sus libros de filosofía y debatieron entre ellos, pero, acostumbrados como estaban a escribir y leer grandes tratados en extensos libros, no eran capaces de condensar en pocas palabras sus pensamientos, y así se lo dijeron al monarca.
El rey, sin embargo, tenía un sirviente anciano que había servido a su padre y se había ganado su respeto, por lo que confiaba en él como si fuera un miembro más de la familia.
El sirviente le dijo que sabía cuál era el mensaje que el rey necesitaba, pues se lo había escuchado a un invitado de su padre muchos años atrás y no lo había olvidado, pero le dijo que no debía leerlo a menos que fuera absolutamente necesario, ya que solo entonces el mensaje obraría en el rey todo su poder.
El monarca aceptó, y el sirviente fue al orfebre, le dictó el mensaje, y el artesano lo grabó en la cara interna del anillo. El rey se puso el anillo y, respetando la promesa que había hecho, no se lo quitó en ningún momento para leer lo que había escrito.
Al cabo de un tiempo, un reino vecino invadió el territorio del rey sin previo aviso, y, al no poder enfrentarse a sus ejércitos, tuvo que escapar como pudo. En su huida, acabó en plena montaña, con su familia y unos pocos que habían podido huir con él.
Estaban perdidos, con hambre, frío y miedo. El rey, desesperado y paralizado por la situación, se acordó del anillo. Se lo quitó y leyó el mensaje que había permanecido oculto a sus ojos hasta entonces:
ESTO TAMBIÉN PASARÁ.
Un silencio se apoderó del monarca. Una extraña calma y sosiego se asentaron en su interior. La noche parecía menos oscura. El frío, menos inmisericorde. El hambre, más llevadera.
Esa misma noche un grupo de soldados de un reino aliado encontraron al pequeño grupo del rey y lo escoltaron hasta la capital, donde se recuperaron, se reagruparon y planearon la reconquista de su hogar.
A los pocos meses la guerra terminó.
Habían expulsado a los invasores y recuperado su reino.
Para celebrarlo, el rey mandó organizar un banquete con un derroche de comida, flores, música y baile. Se sentía eufórico y orgulloso de lo que había logrado… Sin embargo, mientras contemplaba el festejo, el viejo sirviente se le acercó y le dijo:
—Por favor, majestad, lea el mensaje del anillo.
ESTO TAMBIÉN PASARÁ.
El rey comprendió que había pedido un mensaje que lo ayudara en los tiempos difíciles, pero el sirviente le había ofrecido algo mucho más valioso. Entendió que aferrarse a las situaciones negativas no era lo indicado, pero tampoco lo era hacerlo a las positivas.
PREGUNTA:
Víctor, primero me gustaría expresar mi agradecimiento por esta newsletter, ya que me ha abierto los ojos más de una vez. Dicho esto, mi pregunta es la siguiente: ¿cómo lidias con la situación política actual y la moralidad que nos van a imponer sabiendo que eso les va afectar a tus hijas?
RESPUESTA:
Entiendo perfectamente la angustia que esto te puede crear. Estamos en una época difícil a nivel social, con muchas divisiones, tensión, animosidad y extremismos.
Por todos lados, eh.
Aquí nadie se salva.
Y es algo que me preocupa, porque cualquier cosa que pueda afectar al bienestar de mis hijas es algo que me genera mucha intranquilidad, por decirlo de forma suave.
Esa es mi parte más reaccionaria.
Y la que debo tratar de calmar.
Te voy a dar los 3 consejos que más me han ayudado a lidiar con esta situación que comentas de la mejor manera posible.
1) Lo primero es darme cuenta que vivo en una cámara de eco. En una burbuja que está diseñada para generar las reacciones más intensas y polarizar mi opinión todo lo posible. Los algoritmos te muestran aquello que vaya a captar más tu atención y, por lo tanto, es probable que gran parte de lo que ves y que te alarma e indigna tanto en el fondo sea una minoría muy ruidosa.
No digo que no haya cosas verdaderamente jodidas que no son imaginaciones nuestras o maquinaciones de los algoritmos, pero en general muchas de las cosas que te sacan de tus casillas no suelen reflejar la realidad. Al menos no de forma general. Esa de momento ha sido mi experiencia, y cuando me he dado cuenta de eso me ha calmado en muchos aspectos.
2) Centrarme en lo que puedo controlar. No puedo cambiar el mundo, pero sí puedo tratar de inculcar un grado importante de pensamiento crítico a mis hijas. Y focalizaré todos mis esfuerzos en eso, porque es lo único que puedo hacer.
Hablar de temas difíciles abiertamente, fomentar el diálogo y presentarles alternativas a los dogmatismos actuales creo que es una de las mejores líneas de actuación posibles para cualquier padre o madre.
3) No sufrir antes de tiempo. Créeme que a veces pierdo la esperanza. Me da pánico el mundo en el que mis hijas están creciendo. A muchos niveles. Pero cuando me doy cuenta que este mundo apocalíptico suele ser una visión algo distorsionada del mismo y que estoy sufriendo antes de tiempo…me calmo.
¿Sabes qué?
Mis hijas son sus propias personas.
Mi trabajo como padre es ayudarlas a descubrir quienes son y darles herramientas para la vida, pero no puedo evitar que cometan errores (porque yo también los cometí cuando era joven, pensaba muchas tonterías e hice otras tantas…) por lo que tengo que tener cierta paz con haber hecho todo lo posible para equiparlas para la vida, y luego soltarlas para que recorran sus propios caminos. Con lo bueno, y con lo malo.
PREGUNTA:
Víctor, ¿Cuál es tu entrenamiento actual teniendo dos niñas pequeñas y me imagino que muy poco tiempo? Muchísimas gracias.
RESPUESTA:
Efectivamente, el tiempo no es algo que me sobre a día de hoy, y esa es la razón por la que he tenido que reducir los días de entrenamiento de forma significativa.
Y no solo en número de sesiones si no en cantidad de volumen que realizo.
Esto es debido, principalmente, a mi capacidad de recuperación, que ahora mismo no está en su apogeo, por lo que debo aceptar la realidad y darle al cuerpo un estímulo del que sea capaz de recuperarse.
Ah, y otra razón de esa reducción, independientemente del tema de la recuperación, es que cada vez tengo más claro que no hace falta tanto volumen. De hecho, el volumen está bastante sobrevalorado.
Pero eso es un melón que ya abriremos otro día.
Vamos a entrar en materia.
¿Cuántos días entreno?
Hace tiempo que se acabaron las semanas de entrenamientos diarios.
Y de seis sesiones.
Y de cinco, incluso.
Actualmente entreno 4 días.
Lunes, martes, jueves y sábado.
¿Cuánto rato dura cada sesión?
Cada una de esas sesiones tiene una duración de una hora aproximadamente. Algunos días 70 minutos, otros 50 minutos, pero de media estoy una hora en mi cueva. Suelo entrenar de 6:30 a 7:30 de la mañana siempre que me sea posible, y si no pues intento encontrar algún hueco en mi agenda para visitar el templo.
Tengo el gimnasio en mi garaje, lo cual facilita mucho las cosas.
¿Qué hago cada día?
El lunes hago Push (o empujones) pero incluyendo las piernas. Es decir, trabajo pectoral, hombro, gemelo y cuádriceps. Este día le doy más prioridad a la pierna que al torso.
El martes hago Pull (o tracciones), también incluyendo pierna. Espalda, bíceps, glúteo y femoral, y me centro también en el tren inferior.
El jueves vuelvo a hacer Push, esta vez solo centrado en torso. En mi opinión estos músculos responden mejor a la frecuencia un poco más elevada. Hago pectoral, hombro y tríceps. Y un poco de bíceps y gemelo sabroso.
El sábado bajo a Barcelona y aprovecho para ir a mi antiguo gimnasio. Ese día me centro en utilizar todas las máquinas a las que no tengo acceso en mi casa, por lo que hago una rutina Fullbody con cierto énfasis en el torso y con algo más de volumen total y ejercicios.
Sería algo así:
LUNES
Elevaciones de gemelo
Sentadilla Hatfield o Prensa de cuádriceps
Extensiones de cuádriceps o sissy squat
Press inclinado
Elevaciones laterales
MARTES
Peso muerto rumano o Hip Thrust
Curl femoral
Dominadas o jalones
Elevaciones de trapecio Kelso
Curl de bíceps en polea
JUEVES
Elevaciones laterales o Remo al mentón
Curl de bíceps predicador
Press banca plano
Press JM
Elevación de gemelo unilateral
SÁBADO
Press Militar en máquina
Curl de bíceps en máquina
Remo T
Aperturas de pectoral
Pájaros en máquina
Prensa de cuádriceps o sentadilla hack
Curl femoral
Resumiendo.
4 días de entrenamiento
Frecuencia 2-3 dependiendo del grupo muscular
60 minutos de entrenamiento de media (el sábado más, el jueves menos)
IMPORTANTE: Esa es MI rutina. No es la rutina perfecta (ninguna lo es) y está adaptada a mis necesidades. Habrás visto que no he puesto series, ni repeticiones. Esto es para evitar que la copies creyendo que te va a funcionar.
PREGUNTA:
Víctor, ¿Cómo puedo ser una persona menos egoísta y alegrarme más por los demás? A veces me sorprendo alegrándome cuando a una persona que conozco y aprecio le va peor que a mí, como si el hecho de que a otra persona le fuera bien fuese un fracaso personal…cuando mi vida es prácticamente perfecta. Muchas gracias y es un placer leerte cada semana.
RESPUESTA:
Primero de todo, muchísimas gracias por el mensaje y por la sinceridad. Hay que tener mucho valor para reconocer este tipo de pensamientos y querer solventarlos de alguna manera. Chapó por tu parte.
Mira, te voy a ser completamente sincero. Creo que este tipo de pensamientos son mucho más frecuentes de lo que la gente se cree, ya que son pocas las personas que reconocen tenerlos.
Ah, y son bastante normales, por lo que no debes fustigarte demasiado cuando los tienes. Hasta cierto punto, claro. Deja que me explique.
El ser humano tiene una tendencia natural hacia la competitividad. Esta característica puede ayudarnos a sobrevivir y a prosperar (y si está ahí es porque evolutivamente tiene sentido).
Forma parte del sistema operativo del homo sapiens, para que me entiendas.
Es decir, todos tenemos pensamientos egoístas o envidiosos de vez en cuando. Todos. Por favor, no te creas a los abanderados de la moral que pululan por redes, porque los que más te muestran lo increíbles que supuestamente son suelen ser los que más tienen que esconder.
Por lo tanto lo que realmente importa no es que tengas estos pensamientos, si no cómo decides actuar frente a ellos.
Y la mejor manera, en mi opinión, es analizarlos racionalmente.
Por ejemplo, puedes preguntarte:
¿Por qué siento esto?
¿Qué miedo, inseguridad o motivo está detrás de este pensamiento?
Porque casi siempre suele haber algo ahí. Hay una parte tuya que se siente incómoda ante el éxito ajeno, aunque racionalmente pienses o creas que tu vida es «perfecta».
Una vez trabajes en averiguar de dónde sale todo eso llegarás a dos escenarios posibles:
1) Efectivamente, hay algo ahí: Te pongo un ejemplo personal que me ocurrió a principios de 2021 (para que veas que a mí también me ha pasado). Me jodió muchísimo que un compañero sacara un curso de nutrición y que le fuera bien. Pero mucho. Y la razón a la que llegué, cuando hice introspección, es que en realidad yo llevaba bastante tiempo procrastinando en mi trabajo, en mis proyectos y estaba demasiado acomodado.
El hecho de que él creara el curso y le fuera bien en el fondo me estaba poniendo de manifiesto que yo no estaba haciendo nada. Su éxito no quitaba del mío, pero su trabajo evidenciaba mi estancamiento, que es diferente. Ese era el origen de mi reacción negativa.
Y la mejor manera de gestionarla fue, en vez de regodearme en los celos o la envidia…ponerme manos a la obra. Me puse a trabajar en lo que sabía que llevaba postergando meses y a raíz de todo eso salió Conquista tu Físico.
Y créeme que cuando me puse a currar todos esos sentimientos desaparecieron.
2) No hay nada. Son pajas mentales. Es simplemente tu cerebro intentando dar por saco, creándote una sensación de insuficiencia y una necesidad que en realidad no es tuya.
Si estás en este punto y realmente no detectas una razón que pueda justificar tu envidia o tu resquemor…te recomiendo que hagas lo que ya sabes que debes hacer. Actuar con racionalidad y descartar el pensamiento. No darle bola, para que me entiendas. Tu cabeza genera pensamientos, pero no todos son igual de útiles ni tienes que entretenerlos de igual forma.
Tú decides cuáles tienen relevancia.
No te identifiques con esos pensamientos ni les des poder y verás que cuanto más te entrenes, más fácil será que con el tiempo aparezcan cada vez menos y pierdan su influencia en ti.